Me encanta el fútbol. Creo que en 90 minutos la vida puede cambiar. O al menos los estados de ánimo. Lo que pasó el sábado es un ejemplo claro de eso. Del borde del cadalso, hoy estamos ad portas de la gloria. Y todo por un partido.
Seguramente, los efectos del resultado no tardarán en hacerse sentir. Las entradas para el próximo miércoles se agotarán rápidamente. Aumentará la venta de camisetas “oficiales” de la selección, y las esquinas de la ciudad, se poblarán de gorros y banderas tricolores. Es parte de la fiesta. No puedo, sin embargo, dejar pasar, entre tanta algarabía, un hecho de suyo preocupante...
A lo largo de todo el encuentro, hubo un exacerbado nacionalismo de parte del público, que me parece vergonzoso. Tres fueron los hechos:
1) La intensidad con que fue cantado el verso del himno nacional: “Y ese mar que tranquilo nos baña”;
2) El improvisado cántico: “oeoeoeoa el que no salta, no tiene mar”; y,
3) En los mejores pasajes del partido para Chile, el reemplazo del tradicional OLE!, por el sarcástico OLA!
Para quienes no estén al tanto, les recuerdo que jugamos contra Bolivia.
Algo nos pasa a los chilenos, o al menos al público que concurre al estadio, cuando nuestros rivales deportivos son Perú o Bolivia. Como si 124 años no fueran nada, en esos encuentros, aparece lo peor de lo nuestro. Una especie de complejo de inferioridad (que se disfraza de arrogante sensación de superioridad) inunda las tribunas, y probablemente a buena parte del país. Se saca a relucir el resultado de una guerra vergonzosa por su origen y por los efectos que ella tuvo, en el contexto menos apropiado para ello…un encuentro deportivo. Me pregunto perplejo, el fair play, ¿dónde se nos ha quedado?
Lo que me parece más alarmante aún, es que, de un modo u otro, podemos relacionar estas expresiones, con los episodios de racismo, que han dado a conocer los medios de comunicación, y en los que han sido víctimas, personas de raza negra, avecindados en Chile.
Por favor, seamos serios. ¿Qué país construiremos con bases xenófobas y racistas?
La integración latinoamericana, la convivencia armoniosa en la diversidad, no son solo teoría. Se hacen “carne” en cada una de nuestras actividades cotidianas (partidos de fútbol incluidos)
Y por favor, no se piense que los cánticos son solo una buena broma. Esconden un trasfondo espeluznante. Parafraseando a Bertold Brecht... Primero fueron los bolivianos, pero como yo no soy boliviano, no me importó... Luego fueron los negros...
Ahora, me toca a mí, pero ya es demasiado tarde.