11.17.2006

¿Celebrar o llorar?



Murió Friedman.
¿Celebrar o llorar?

Al menos en Chile, creo que las opiniones y sentimientos estarán divididos.

Y claro, es que no podemos negar la influencia que este economista tuvo en la configuración de nuestro Chile actual. Recordemos que la dictadura de Pinochet transformó sus postulados en la "piedra filosofal" de las políticas públicas durante las décadas del setenta y ochenta. Su voz era casi la de un dios.

A él le debemos la liberalización de la economía; la privatización de las empresas públicas (no le atribuyamos eso sí, el desfalco del que fuimos víctimas por funcionarios del régimen, con ventas de activos públicos a precios irrisorios); la desprotección social por la disminución del gasto público, la primacía de la lógica de la acción racional y con ello el abandono de la acción y de los proyectos comunitarios; entre muchas otras transformaciones.

En fin, como consecuencia de la aplicación de sus postulados, tenemos un Chile "moderno y pujante", el de los ganadores, pero también uno sumido en la pobreza, en la incertidumbre y en la escasez de oportunidades, el Chile de los perdedores.

La verdad es que treinta años después de la implementación de sus medidas, está más que claro, que la "mano invisible" no basta para la vida social. La acción del Estado -tal y como lo fundamenta Stiglitz- es primordial para ello.

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