7.07.2006
Democracia Participativa y Captura del Estado
Cumplido el primer hito del gobierno de la Presidenta Bachelet -los 100 días de su mandato- es conveniente hacer un recuento. Su gestión ha estado marcada por el "gobierno ciudadano" y por su fomento a la "democracia participativa". En situaciones en extremo complejas, como fue la movilización de los estudiantes secundarios, en vez de reprobarla, optó por alabar públicamente la acción juvenil, dejando absolutamente perplejos a muchos analistas y políticos tradicionales.
Y claro, este nuevo estilo aparece como innovador, cercano y atractivo. Pero el gobierno debe ser cuidadoso, pues este estilo encierra un alto riesgo. Probablemente sin quererlo, la Presidenta ha generado incentivos para que muchos grupos de interés, comiencen a movilizarse en función de sus objetivos propios. Y lo harán, no sólo por canales institucionales. Intentarán copar la agenda de los medios de comunicación, a través de actos de gran espectacularidad para forzar así un pronunciamiento gubernamental.
Si no se toman los recaudos necesarios, el Estado terminará siendo capturado por estos grupos pequeños y bien organizados que buscan beneficios particulares para sí, costeados (invisiblemente) por el conjunto de la población. Y aquello, es altamente injusto, porque implica una actuación discrecional del gobierno.
En este estilo de democracia participativa y gobierno ciudadano, el que grita más fuerte, el que copa más calles o quien logra tener más minutos de televisión, tiene más posibilidades de ser atendido por la autoridad. Tal y como ha señalado Patricio Navia en recientes columnas, poco pueden hacer los adultos mayores o la población infantil menor de tres años, para plantear sus justas demandas, frente a la energía y vitalidad de los jóvenes secundarios y universitarios.
Probablemente por esta razón, en este último tiempo hemos escuchado a la Ministra Secretaria General de la Presidencia aclarando que el Gobierno actuó de la manera antes descrita con los secundarios, exclusivamente porque consideraba justas sus demandas y concordaba con ellas. Pero que no debe creerse que será una manera permanente de actuación de la autoridad.
Confío en que sea así. Por el bien de Chile y por su gobernabilidad. Esperemos entonces, esperanzados, ver cómo responderá el gobierno frente a nuevas presiones.